En un paraje costero de Terranova y Labrador, un cohete desarrollado completamente en Canadá se prepara para escribir historia. Diseñado por la startup NordSpace, el lanzador Taiga se perfila como el primer cohete de combustible líquido construido y lanzado en suelo canadiense. Su misión inicial, programada para mediados de agosto, será suborbital, pero marca el inicio de una ambiciosa hoja de ruta hacia la órbita.

100% hecho en Canadá

Aunque Canadá ha tenido una presencia destacada en el espacio —con desarrollos como el Canadarm, RADARSAT y el robot Dextre— nunca lanzó un cohete orbital desde su propio territorio. Esa es precisamente la brecha que NordSpace busca cerrar.

La empresa trabaja en conjunto con ProtoSpace, la división aeroespacial de la firma Protocase, especializada en la entrega rápida de componentes espaciales fabricados a medida. Mientras que la industria suele tardar semanas o meses, ProtoSpace entrega piezas certificadas en apenas 2 o 3 días, acelerando la innovación nacional.

El cohete Taiga: un primer paso

Taiga es un lanzador hipersónico de combustible líquido, capaz de transportar más de 50 kg más allá de la Línea de Kármán —considerada el límite del espacio exterior. Su vuelo inaugural será una demostración de baja altitud para validar diseño, sistemas y operación.

El vehículo emplea motores desarrollados internamente por NordSpace: los Hadfield para la primera etapa y los Garneau para la segunda. Ambos son impresos en 3D, refrigerados regenerativamente y ensayados en instalaciones propias, ubicadas a dos horas de su sede central.

La empresa prevé un segundo vuelo más ambicioso en 2026, y para fines de 2027 planea lanzar Tundra, un cohete orbital comparable al Electron de Rocket Lab. Con capacidad para 500 kg a órbita baja (LEO) y 250 kg a órbita heliosincrónica, será lanzado desde su flamante base Atlantic Spaceport Complex (ASX), situada a 46° de latitud, lo que le permite cubrir un amplio rango de inclinaciones orbitales.

NordSpace Rocket Test
En mayo de 2025, NordSpace probó con éxito su nuevo banco de ensayos de motores y el motor cohete Hadfield.

Hacia la órbita… y más allá

NordSpace tiene un plan escalonado. En esta década buscará alcanzar una frecuencia de un lanzamiento mensual. Luego, apunta a desarrollar Titan, un cohete reutilizable de 5 toneladas a LEO, pensado para competir con vehículos como el Falcon 9 de SpaceX.

Pero el objetivo no es solo lanzar. También se trata de consolidar una industria soberana. Rahul Goel, CEO y cofundador de NordSpace, explica que muchos satélites canadienses, especialmente los de seguridad nacional, permanecen en espera por falta de opciones de lanzamiento autónomas. “Nos dicen: no queremos depender de socios extranjeros, por más aliados que sean”.

Oportunidades y reveses de la producción local

Inicialmente, NordSpace pensó que tendría que importar buena parte de sus componentes. Pero pronto descubrió que, en un radio de 10 minutos, operaban al menos cinco empresas que ya abastecían a motores como los Merlin y Raptor de SpaceX.

Ese entorno industrial es clave. ProtoSpace, liderada por Doug Milburn, se especializa en fabricación rápida y personalizada en masa. Su ventaja competitiva es la reducción de los tiempos de espera y la eliminación de cuellos de botella en la cadena de suministro. Esto, según Milburn, puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en el sector espacial.

Por su parte, a pesar del talento y la infraestructura, uno de los mayores obstáculos es normativo: Canadá aún no cuenta con un sistema completo de licencias de lanzamiento espacial. Para acelerar el proceso, NordSpace solicitó deliberadamente una licencia orbital para su vuelo suborbital, forzando a los reguladores a aplicar estándares más exigentes desde el principio.

“Si esperamos a que el sistema esté listo en 2027, puede que nos quedemos en la plataforma sin poder despegar”, advierte Goel. Reconoce que Canadá es un país naturalmente reticente al riesgo, y eso se refleja en la burocracia. De hecho, para encontrar un lugar donde probar motores, NordSpace tuvo que comprar una mina abandonada, luego de ser rechazados en múltiples ubicaciones.

El equipo de NordSpace está formado por ingenieros aeroespaciales, científicos y líderes empresariales, con experiencia en proyectos de alta tecnología en SpaceX, el sistema Canadarm, e incluso la construcción de cámaras que hoy están en la Luna.

Infraestructura compartida y proyección internacional

El centro espacial ASX, de 60 hectáreas, incluirá dos plataformas de lanzamiento. Una de ellas estará disponible para terceros, preferentemente otros operadores canadienses, pero también extranjeros. “No estamos construyendo una industria para una sola empresa”, remarca Goel.

Además, el modelo de NordSpace es exportable. Al no estar restringido por la normativa ITAR estadounidense, Canadá puede ofrecer soluciones espaciales a otros países que buscan desarrollar capacidades soberanas. Ya están en conversaciones con gobiernos de Kenia, Filipinas y Perú.

Más que un negocio

Goel insiste en que no se necesita un presupuesto descomunal para lograr un acceso soberano al espacio: “Esto se puede hacer por menos de US$ 100 millones”.

Pero el verdadero propósito va mucho más allá de los números o la tecnología. “Queremos que este proyecto se convierta en un emblema de lo que Canadá es capaz de construir cuando apuesta por sí mismo: liderazgo, innovación y una visión propia del futuro”, afirma.

La cuenta regresiva ya está en marcha. Y si el despegue sale como está previsto, no será solo un cohete que surque los cielos: será el inicio de una nueva etapa para el acceso soberano al espacio desde territorio canadiense.

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