Hace un par de semanas, Argentina fue noticia en el ámbito espacial cuando se confirmó que la NASA firmó un acuerdo con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) para incluir el CubeSat ATENEA en la misión lunar Artemisa II.
Programada para abril de 2026, Artemisa II enviará, por primera vez desde 1972, una tripulación de astronautas para realizar un sobrevuelo lunar y probar sistemas críticos del cohete SLS y la nave Orion. Este sería el paso previo a Artemisa III, misión que busca concretar el primer alunizaje con seres humanos desde Apolo 17.
Pero, más allá de esto, la gran noticia es que la NASA transportará cuatro CubeSats, de Argentina, Alemania, Corea del Sur y Arabia Saudita.
En nuestro caso, la CONAE concibió a ATENEA como una plataforma tecnológica capaz de recolectar información sobre las condiciones del entorno espacial. Su objetivo es aportar datos para el desarrollo de futuras misiones de exploración más allá de la órbita terrestre.
Por eso, ante la novedad para el país, Espacio Tech dialogó en exclusiva con dos actores principales de esta trama: Joaquin Brohme y Aldana Guilera.
Joaquin se recibió de Ingeniero Aeroespacial en Universidad Nacional de La Plata en agosto de 2024. Él se encargó del diseño de la estructura y las interfaces mecánicas del satélite y de realizar los análisis estructurales del mismo.
Por su parte, Aldana aún es alumna de la misma carrera. Ella se encarga principalmente del control térmico de la unidad. También participa en los procedimientos de integración y fabricación del satélite.
Ambos forman parte del Centro Tecnológico Aeroespacial, un laboratorio de la UNLP que se dedica a la investigación, desarrollo y transferencia de conocimientos y tecnologías del área aeroespacial.
- ¿Sobre qué trata el proyecto en el que están trabajando?
Joaquín: Todo esto surgió porque la NASA quiere llevar, nuevamente, astronautas a la Luna y, literalmente, tienen espacio en el cohete de la misión Artemisa II para llevar cuatro satélites, que son los CubeSat.
Se lanzó una convocatoria y como nosotros ya veníamos trabajando en el satélite universitario, el USAT-1, que es un CubeSat de tres unidades, la CONAE nos propuso hacer la estructura, el control térmico, las comunicaciones, el GPS y algunos de los sistemas electrónicos. Así fue como empezamos a trabajar en colaboración con la CONAE hace un poco más de un año y medio.
Somos dos grupos dentro de la UNLP que estamos trabajando en esto. Nosotros estamos en la parte estructural y térmica. Después hay un grupo, que son más que nada ingenieros, que se encargan de todo lo que es la electrónica.

- ¿Cuáles son las principales características de la unidad?
Aldana: La misión principal de ATENEA es, más que nada, probar la tecnología que se fabrica en la facultad. En otras palabras, es darle horas de vuelo a tecnología que es totalmente hecha y fabricada en la facultad. Por otro lado, tiene dos cargas experimentales: una es un dosímetro de radiación, que es de la UNSAM.
También tiene un receptor de GNSS, como un GPS. La idea es probarlo en una órbita muy alta, de 70.000 km de altura. Vamos a estar mucho más allá de los satélites de comunicaciones, por lo que la idea es probar esa tecnología desde el otro lado, en un espacio un poco más profundo.

Joaquín: Estaríamos por fuera de los satélites de la constelación de GPS que están a 20.000 km. Entonces, el objetivo es si se puede recibir información a esa altitud.
- A largo plazo, ¿a qué apunta este proyecto?
Aldana: La idea es poder brindar una plataforma de satélites y tener un kit que son muy comunes en Estados Unidos: te venden lo venden con baterías, computadora, electrónica, con todo ya preparado y vos lo único que pones es tu experimento.
Por eso buscamos poder crear nuestro propio kit y poder venderlo para estar en el mercado mundial. Primero arrancando con el Mercosur o algo más más cercano, más realista.
Con las señales de GNSS que se quieren recopilar datos, la idea es poder brindar un servicio a la comunidad, ya sea de datos de suelo de humedad para la gente del sector agropecuario, o para estudios del agua.
- ¿Cómo es trabajar con agencias espaciales de relevancia internacional como la NASA y la CONAE?
Joaquín: Más que nada lo que notamos es otro nivel de organización, con reuniones semanales y un registro de las tareas que va haciendo cada uno.
El hecho de trabajar con la NASA y que sea una misión tripulada también nos exige una cantidad de documentación bastante extensa y vigorosa, sobre todo en la parte estructural, lo que cada cierto tiempo nos obliga a entregar documentos.
Aldana: Tuvimos que entrar en el ritmo de que todas las semanas hay que registrar lo que se hace: el avance y la planificación de tareas a corto plazo para que realmente sean factibles y cumplir con los objetivos. Y, cuando no se cumple, se aprende a acotar o delimitar cuál es el alcance de cada uno.

- Respecto al instrumento que ustedes enviarán, ¿cuáles son las preocupaciones de la NASA a la hora de preservar la seguridad de la tripulación?
Joaquín: El miedo principal es que se rompa el satélite y pueda golpear otra cosa que afecte a la nave o a la parte tripulada de la misión.
En nuestro caso, al no tener ningún tipo de propulsión ni nada que pueda explotar, el riesgo es muy bajo en ese sentido. El mayor miedo que tienen ellos vendría a ser que se prenda el satélite, que empiece a transmitir ondas electromagnéticas, o cualquier tipo de señal, que pueda afectar a las comunicaciones o el control de la cápsula en la que van los astronautas.
Aldana: Ellos priorizan la seguridad de los astronautas. La idea principal es que no explote el satélite y luego que no se desacople y empiece a romper otras cosas.
A ellos no les preocupa realmente si tu satélite anda o no, les importa que vos no les afectes a los astronautas. Que vos no seas un riesgo para ellos.
- Si el satélite no tiene propulsión, ¿cómo es el proceso para colocarlo en órbita?
Joaquín: ATENEA va en un dispensador que es una cajita un poco más grande que el satélite. En determinado momento camino a la Luna, a unos 70.000 km, se abre la tapa y eso tiene un resorte que empuja el satélite al espacio.
Ahí queda en una órbita que es muy elíptica y al no tener propulsión no se puede cambiar. A partir de ese momento, ATENEA debería efectuar toda la misión de medición de radiación y de probar el receptor GPS y las comunicaciones en el espacio profundo.
Con que ATENEA de una vuelta a la Tierra, ya basta para recolectar todos los datos y que sea satisfactoria la misión.

- Cuando empezaron a estudiar esta carrera, ¿se imaginaban que iban a tener la posibilidad de hacer algo de esta magnitud?
Joaquín: Cuando me anoté en la carrera no tenía mucha idea de qué esperar. Yo no sabía nada ni de aviones ni del espacio. Nunca me hubiese imaginado terminar trabajando en un satélite dentro de la facultad. Fue un desafío enorme pero muy lindo comenzar a trabajar con la CONAE y la NASA.
Aldana: Yo me anoté en ingeniería (después se cambió el nombre a espacial) porque tenía muchas matemáticas, solamente por eso. No sabía nada de satélites ni de lanzadores o de cohetes. Solamente sabía por lo que se veía en la tele o en las películas. Es gracioso porque siempre está el chiste “hasta la NASA no paró” y la verdad que, en nuestro caso, se cumplió.
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