Por Melina Blanco
En lo alto de Cerro Pachón, una montaña que forma parte de la Cordillera de los Andes al norte de Chile, acaba de comenzar un nuevo capítulo para la exploración del cosmos. El Observatorio Vera C. Rubin, uno de los proyectos científicos más ambiciosos del planeta, encendió sus instrumentos por primera vez. Y los resultados no tardaron en llegar: en solo 10 horas de observaciones preliminares, ya capturó millones de estrellas y galaxias, y descubrió más de 2.100 asteroides jamás vistos, incluyendo varios cercanos a la Tierra.
Un momento histórico
El 23 de junio, en Washington D.C., se presentaron las primeras imágenes tomadas por el observatorio, y son verdaderamente impresionantes. Una de ellas, que combina 678 exposiciones individuales tomadas en apenas siete horas, muestra un vasto campo estelar repleto de detalles: desde nebulosas brillantes como la Trífida y la Laguna, hasta cúmulos abiertos y galaxias lejanas. Cada imagen cubre un área equivalente a 45 lunas llenas en el cielo. Es una primera muestra del poder de la cámara astronómica más grande jamás construida, diseñada para ver más, más rápido y con mayor precisión que cualquier otra.
Pero este es solo el ensayo general. A fines de 2025, el Rubin comenzará su misión científica oficial: la Investigación del Espacio-Tiempo como Legado para la posteridad (LSST), que se extenderá durante una década. Durante ese tiempo, mapeará el cielo nocturno de forma continua, generando un registro dinámico en ultra alta definición. Observará supernovas, cometas, asteroides, objetos interestelares y cualquier fenómeno que ocurra en el cosmos visible.
El volumen de datos será inmenso: 20 terabytes por noche, lo que totalizará unos 500 petabytes al final de la misión. Esa información será clave para estudiar los grandes enigmas del Universo: la materia oscura y la energía oscura, que conforman el 95 % del cosmos y que, hasta hoy, siguen siendo un misterio.

Un homenaje, cientos de oportunidades
El observatorio rinde homenaje a Vera C. Rubin, la astrónoma que aportó pruebas decisivas de la existencia de materia oscura. Es un proyecto conjunto de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y el Departamento de Energía (DOE) de Estados Unidos, operado por NOIRLab y el Laboratorio Nacional del Acelerador SLAC. Más de 40 instituciones internacionales forman parte del esfuerzo global que lo hizo realidad.
Y no es solo para científicos. El Rubin también abre la astronomía a todo el público. Su herramienta SkyViewer está en proceso y la idea es permitir explorar estas primeras imágenes en detalle y, además, ofrecer una experiencia sensorial única: la posibilidad de “escuchar” el cosmos mediante un sistema que convierte la luz de las estrellas en sonidos envolventes.
Como dijo Željko Ivezić, director de construcción del observatorio: “Hoy no solo estamos tomando imágenes. Estamos comenzando una nueva era de descubrimientos”. Y esa era ya empezó, desde el cielo chileno, mirando hacia lo más profundo del Universo.
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