Desde la Segunda Guerra Mundial, Francia ha quedado relegada a la hora de hablar de grandes potencias: tras el triunfo aliado, fueron Estados Unidos, la URSS (Rusia) y China quienes se han posicionado como los países más poderosos del mundo. Sin embargo, esto no ha evitado que París continúe apostando por su autonomía estratégica con Emmanuel Macron a la cabeza.

El orgullo francés

Tras la Segunda Guerra Mundial, y pese a ser parte de la OTAN, Francia nunca estuvo dispuesta a que su defensa dependa exclusivamente de Washington.

Tal es así que, en la década de los 60, el histórico héroe de guerra y presidente francés Charles de Gaulle impulsó el desarrollo del arsenal nuclear galo.

En ese momento, De Gaulle le preguntó al presidente estadounidense John F. Kennedy si estaba dispuesto a usar sus armas nucleares y sacrificar Nueva York para salvar a París. Pero Kennedy, evitando dar una respuesta directa, dijo que lo único que importaba era que los rusos lo creyeran.

De esta manera, Francia se convirtió en el único país con ojivas atómicas que no recibió ayuda ni de EE.UU., ni de la URSS, ni de China para desarrollarlas. E incluso, tras su primera prueba nuclear en 1960, París abandonó la OTAN (1966) hasta el año 2009. Su argumento fue que se negaba a integrar su disuasión nuclear con las demás potencias del Atlántico Norte, o a aceptar cualquier forma de control colectivo sobre sus fuerzas armadas.

Macron sigue los pasos de De Gaulle

Casi 60 años después, el actual presidente francés Emmanuel Macron continúa abogando por la autonomía estratégica de su país y de Europa, incluso sugiriendo que el Viejo Continente debería tener su propio ejército.

Y esto último ha cobrado mayor relevancia en el actual contexto de la guerra de Ucrania, en la cual Estados Unidos ha dado un giro de 180° desde la vuelta al poder de Donald Trump, acercándose cada vez más a Rusia.

En este sentido, siendo consciente de la importancia que los satélites Starlink tienen para las tropas ucranianas, ahora Macron busca que Francia lidere a Europa en la fabricación de este tipo de naves espaciales.

El líder galo pidió un despliegue acelerado de satélites del tipo Starlink, al declarar que el espacio es el nuevo escenario para la competencia mundial de potencias. Además, abogó por un impulso enérgico que abarque desde los lanzadores hasta la fabricación y los servicios

“En la intersección de todas estas cuestiones públicas y privadas, así como las civiles, militares, científicas e industriales, el espacio se ha convertido de alguna manera en un indicador del poder internacional”, remarcó.

Pero, a pesar de que Europa es el mayor exportador mundial de satélites, sus dos principales fabricantes, Airbus y una alianza entre Tales y Leonardo, han estado luchado por agrupar sus actividades.

“Tienen todo nuestro apoyo y confianza. Quiero que construyamos este nuevo campeón lo antes posible. Esto es lo que nos permitirá, como europeos, tener la escala para mejorar la competitividad y el volumen. Es una consolidación del sector”, dijo Macron, en una clara señal de apoyo a estas tres empresas.

Airbus, Thales y Leonardo han dicho que están discutiendo planes con el nombre en código Project Bromo para forjar una empresa combinada. Pero los esfuerzos anteriores para poner en común la fabricación de satélites se han visto frustrados por problemas de competencia.

Gasto espacial

Recientemente, Macron acordó inyectar US$ 1.550 millones Eutelsat, el endeudado operador francés de satélites de comunicaciones. Para Europa, dicha empresa podría ser vital a la hora de reducir la dependencia del Viejo Continente de Starlink.

Sin embargo, hoy en día los 7.000 satélites de Starlink superan ampliamente la flota de 600 de Eutelsat. En este sentido, la red de Elon Musk puede ofrecer entre 23 y 490 veces la capacidad de Eutelsat sobre Ucrania.

Esto deja en evidencia que la inversión europea en el sector deberá crecer exponencialmente. Por ahora, el gasto de Estados Unidos y China en el espacio empequeñece los presupuestos europeos. La Agencia Espacial Europea dice que Washington representó casi dos tercios del presupuesto espacial mundial en 2023 (Europa solo el 11%).

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