En un rincón de la nube molecular de Perseo, a unos mil años luz de la Tierra, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) identificó los objetos subestelares más livianos jamás observados: un conjunto de nueve nuevas enanas marrones, dos de las cuales apenas duplican la masa de Júpiter. Este descubrimiento redefine las fronteras entre grandes planetas y pequeñas estrellas, y plantea nuevas preguntas sobre los mecanismos de formación estelar.
¿Qué son las enanas marrones?
Apodadas a menudo como “estrellas fallidas”, las enanas marrones se forman del colapso de una nube de gas y polvo, como las estrellas, pero no alcanzan la masa suficiente para iniciar la fusión sostenida de hidrógeno en sus núcleos. Aun así, algunas logran fusionar deuterio o litio, y se mantienen como un tipo intermedio entre planetas gigantes y estrellas de baja masa.
Tradicionalmente, se considera que una enana marrón tiene entre 13 y 60 veces la masa de Júpiter. Sin embargo, las nuevas observaciones desafían ese umbral: dos de los objetos detectados tienen apenas el doble de la masa del planeta gigante.
“Estos son los objetos subestelares más pequeños conocidos hasta ahora”, señaló el astrofísico Kevin Luhman, investigador principal del estudio, publicado en The Astrophysical Journal Letters. “Este hallazgo impone un nuevo límite inferior a la masa con la que pueden formarse enanas marrones”.

Un nuevo Sol en el horizonte
Uno de los nuevos objetos detectados presenta un disco de gas y polvo, un indicio claro de que podría estar en proceso de formar su propio sistema planetario. En otras palabras, estamos ante una suerte de “sol” cuya masa es solo el doble de la de Júpiter, una situación que hasta hace poco parecía imposible.
Además, el descubrimiento incluye firmas químicas completamente inesperadas: hidrocarburos no identificados, distintos al metano, presentes en las atmósferas de algunas de estas enanas marrones. Según Luhman, es la primera vez que se detectan este tipo de compuestos fuera del sistema solar. Hasta ahora, solo se los había observado en Saturno y su luna Titán.
“La presencia de este hidrocarburo no identificado fue una sorpresa total”, indicó. “Por eso, propusimos una nueva clase espectral, la clase H, definida por esta característica química única”.
El rol clave del telescopio James Webb
Gracias a su sensibilidad sin precedentes en el infrarrojo, el JWST pudo captar el tenue brillo de estos objetos fríos, permitiendo no solo detectarlos, sino también estudiar sus atmósferas con detalle. “Las enanas marrones emiten principalmente en el infrarrojo. En ese rango, el James Webb no tiene competencia”, explicó Luhman.
El equipo planea ahora realizar espectroscopía de mayor resolución para identificar con precisión la naturaleza de los hidrocarburos detectados y entender por qué estos objetos carecen de metano, el hidrocarburo típicamente presente en enanas marrones más antiguas.
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