Después de una extensa misión a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS), los astronautas del Starliner, Butch Wilmore y Suni Williams, comenzaron a reinsertarse en la vida terrestre. Su regreso en marzo marcó el cierre de un capítulo atípico: lo que iba a ser un vuelo de prueba de apenas ocho días a bordo de la cápsula Starliner de Boeing se transformó en una estadía de nueve meses en el espacio.

Starliner
Boeing Starliner desde el espacio.

Volver a la gravedad: un desafío físico

Tras su aterrizaje, ambos astronautas pasaron por un proceso intensivo de rehabilitación física, estándar para quienes regresan de misiones prolongadas. Durante 45 días, trabajaron con el equipo médico de la NASA, especialmente con el área de reacondicionamiento y fortalecimiento muscular, con rutinas de al menos dos horas diarias.

“El cuerpo tarda en adaptarse de nuevo a la gravedad”, contó Wilmore. “Tenés que volver a entrenar el equilibrio, los músculos, todo lo que el cuerpo dejó de necesitar allá arriba”.

Williams, por su parte, explicó que la fatiga persistente y la reactivación de grupos musculares que habían quedado en pausa dificultaban sus mañanas. “Recién hace una semana pude volver a levantarme a las cuatro de la mañana como me gusta”, relató con humor.

Wilmore agregó que incluso dolencias previas al vuelo, como molestias cervicales, desaparecieron en el espacio y regresaron apenas la cápsula tocó el mar. “Todavía estábamos flotando y ya me dolía el cuello de nuevo”, bromeó.

Starliner: un vuelo accidentado para Boeing

La misión, inicialmente programada como una prueba tripulada corta del nuevo vehículo Starliner, se transformó en una crisis para Boeing. Problemas con el sistema de propulsión obligaron a devolver la cápsula a la Tierra sin tripulación en 2023. Como consecuencia, Wilmore y Williams fueron incorporados al cronograma habitual de ocupación prolongada de la ISS.

El incidente representó un nuevo golpe para el proyecto Starliner, que ya había tenido un fallo en 2019 y una misión no tripulada en 2022 que costó a Boeing US$ 410 millones. En total, la empresa lleva absorbidos más de US$ 2.000 millones en costos extraordinarios asociados al desarrollo de esta nave.

Entre la recuperación y el trabajo técnico

Mientras terminan de dejar atrás los efectos del vuelo, Wilmore y Williams ya retomaron compromisos con el programa Starliner, la división de estaciones espaciales de la NASA en Houston y equipos de investigación de la agencia.

“Fue una experiencia intensa, y ahora tenemos que responder a todos los que hicieron posible esta misión”, concluyó Williams.

Después de nueve meses en órbita, ahora son parte activa de la reconstrucción de la confianza en un sistema que todavía busca demostrar su fiabilidad.

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