Hola a todos, los saluda Damián, parte del equipo de Espacio Tech. En nuestro primer Newsletter intenté explicar por qué varios países, entre ellos Estados Unidos, estaban interesados en regresar a la Luna. Sin embargo, en cuestión de semanas, Donald Trump, fiel a su estilo, acaba de pegar un giro de 180°: ahora su prioridad es viajar a Marte.

En pocas palabras, el gobierno de Trump acaba de presentar un presupuesto para la NASA en donde los fondos destinados a la agencia espacial se reducirían en un 24%.

Es cierto que el presupuesto aún debe ser aprobado por el Congreso, pero, si esto ocurre, reduciría los ingresos de la NASA en US$ 6.000 millones.

En este sentido, el proyecto más afectado sería el Programa Artemisa, que tiene como objetivo devolver a los humanos a la Luna antes de que los astronautas chinos lleguen allí en 2030.

Por ejemplo, se cancelaría el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA y la cápsula Orion después de Artemisa III, la misión que justamente utilizará esas naves para llevar astronautas a la Luna por primera vez desde 1972.

Según la Casa Blanca, la decisión se basa en que el SLS y Orion son “extremadamente caros” y que han superado con creces sus presupuestos.

Sin embargo, lo llamativo es que ambos proyectos, e incluso el propio Programa Artemisa, fueron impulsados por Trump durante su primer mandato. ¿Entonces, qué explica esta increíble decisión?

Musk presiona

No cabe ninguna duda de que Elon Musk, que aportó US$ 250 millones en la campaña de Trump, tiene un gran nivel de influencia en el gobierno.

Incluso su empresa, SpaceX, tiene varios contratos con la NASA y está desarrollando el Starship, el cohete más poderoso del mundo, con el que planea enviar misiones a Marte a partir de 2026.

Musk parece estar obsesionado con colonizar el Planeta Rojo y, en varias oportunidades, le ha restado importancia a volver a la Luna pese a que, tal como te contamos en nuestra primera edición, esto es de gran relevancia estratégica.

Y Jared Isaacman, candidato de Trump para liderar la NASA, ya le dijo al Congreso que “como dijo el presidente, daremos prioridad al envío de astronautas estadounidenses a Marte”.

Según el propio Musk, “los primeros vuelos tripulados a Marte se realizarán en cuatro años (2029) con el objetivo de construir una ciudad autosuficiente en unos 20 años”.

Sin embargo, es probable que Musk se choque con la realidad ya que, según los expertos, colonizar Marte es prácticamente imposible.

Para empezar, hay que tener en cuenta que la distancia promedio entre la Tierra y Marte es de 225 millones de kilómetros (hasta la Luna son “apenas” 384.400 km).

Por lo tanto, en primer lugar, habrá que garantizar que un vehículo pueda llevar humanos exitosamente a través de ese largo recorrido.

Pero, suponiendo que el Starship lo haga, otra gran cuestión es cómo proteger a los astronautas de la exposición a la radiación que enfrentarían durante el viaje.

A esto se suma que, como mínimo, el viaje duraría entre 2 y 3 años, por lo que cabe preguntarse si realmente estamos los seres humanos preparados psicológicamente para soportarlo. Y ni hablar de que los astronautas deberían contar con todos los suministros necesarios para sobrevivir durante años.

Pero, nuevamente suponiendo que todo esto es posible, debe tenerse en cuenta que aterrizar en la superficie de Marte es extremadamente difícil ya que, a diferencia de la Tierra, carece de una atmósfera protectora, lo que dificulta la ralentización de la nave espacial durante el descenso.

Además, como consecuencia de la falta de atmósfera, no hay aire respirable; además de que allí los astronautas experimentarían niveles de radiación entre cuarenta y cincuenta veces superiores a los de la Tierra.

Trump y Musk, esclavos del poder

Queda en evidencia que un viaje a Marte es mucho más difícil que a la Luna (región que ya visitamos en seis oportunidades entre 1969 y 1972). Por lo tanto, es difícil entender por qué Trump y Musk insisten con esto.

Aunque es casi imposible saber qué piensan, es probable que, como diría Kenny Ackerman, personaje de Shingeki no Kyojin (Attack on Titan), Trump y Musk son esclavos del poder.

Para quienes hayan visto el animé, saben de qué habló. Pero, si aún no lo hiciste (¡andá ya mismo a mirarla!), te lo voy a resumir en una frase del propio Kenny: “Toda la gente que he conocido es igual. Alcohol, mujeres o un dios. La familia, el rey, un sueño. Un hijo o el poder. Todos necesitamos embriagarnos de algo para poder seguir adelante. Todos somos esclavos de algo”.

Mirando a Trump y Musk, dos hombres criados en el país de la “libertad”, deberíamos pensar que ellos, al igual que Eren Jeager, personaje principal de la serie, son esclavos de la libertad (tranqui, esto es un spoiler no tan spoiler).

Sin embargo, Trump, presidente del país más importante del mundo, y Musk, el hombre más rico de nuestro planeta, son más parecidos al propio Kenny: esclavos del poder.

No es ninguna novedad que quienes tienen poder, siempre quieran más. Trump, multimillonario desde hace décadas, lo dejó en evidencia cuando se postuló por primera vez como presidente en 2016.

Lo mismo sucede con Musk que, por ejemplo, cuando no le gustó la política de contenido de Twitter, fue y compró la red social que ahora se conoce como X.

Pero Trump y Musk siempre parecen querer más porque, aunque quizás ni ellos lo sepan, son esclavos del poder.

Lejos de seguir la lógica, uno busca convertirse en el presidente de Estados Unidos que envió una misión a Marte, aunque la llegada al Planeta Rojo sea, simplemente, una anécdota (nadie duda de que sería un gran logro en cuanto a la búsqueda humana de superarnos constantemente).

“Perseguiremos nuestro destino manifiesto hacia las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar nuestra bandera en Marte”, dijo durante su discurso de asunción.

Por su parte, Musk, seguramente creyendo que ser presidente es un “puesto menor”, quiere convertirse en una especia de Noé que, con su arca (Starship), salvará a la humanidad (vaya a saber uno de qué).

Por el momento, el nuevo presupuesto de la NASA aún no fue aprobado. Sin embargo, pase lo que pase, y tal como Eren hacía gracias al titán de ataque, ya sabemos qué intenciones tienen Trump y Musk para el futuro.

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