El cráter más profundo y extenso de la Luna, conocido como la cuenca Polo Sur-Aitken (SPA), podría esconder claves fundamentales sobre la historia geológica de nuestro satélite. Según científicos planetarios, esta región contiene indicios del manto lunar y vestigios de un océano de magma que alguna vez cubrió la joven Luna.
Si las misiones tripuladas Artemisa logran recolectar muestras del lugar, podríamos estar ante una oportunidad inédita de estudiar cómo se cristalizó ese océano interno.
Una herida lunar de 4.300 millones de años y un antiguo océano de magma
Se estima que la cuenca SPA se formó hace 4.300 millones de años, cuando un objeto de gran tamaño impactó violentamente contra la superficie lunar.
La colisión fue tan poderosa que atravesó la corteza y dejó expuestos materiales profundos del interior lunar. Parte de esos escombros fueron esparcidos por la superficie, funcionando como una “ventana” hacia el pasado del manto aún en proceso de solidificación.
“El impacto que creó la cuenca Polo Sur-Aitken excavó una porción del océano de magma en una etapa tardía”, explicó Jeff Andrews-Hanna, científico planetario de la Universidad de Arizona, durante la última Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria realizada en Texas. “Artemisa podrá recolectar ese material expulsado por el impacto, potencialmente incluyendo restos del océano de magma”.
Una forma que revela el origen
A diferencia de un cráter perfectamente circular, la cuenca SPA muestra una elongación leve, lo que sugiere un impacto oblicuo. Hasta hace poco se pensaba que el objeto había viajado de norte a sur, arrastrando material hacia el norte.
Sin embargo, un nuevo análisis morfológico sugiere lo contrario. La forma de lágrima del cráter se estrecha hacia el sur, lo que indicaría que el cuerpo impactante venía desde el norte.
“Los datos sobre la forma del cráter existen hace años, pero faltaba un cambio de perspectiva para interpretarlos así”, señaló Andrews-Hanna.
El origen ígneo de la Luna
Tras el violento choque entre la Tierra y un protoplaneta del tamaño de Marte hace más de 4.500 millones de años, se formaron la Luna y la Tierra tal como las conocemos. Ambas quedaron parcialmente fundidas.
En la Luna, el material fundido —un océano de magma— empezó a cristalizar. Los minerales livianos como el plagioclasa flotaron y formaron la corteza, mientras que los elementos más densos se hundieron.
Durante ese proceso, algunos compuestos —como potasio, elementos de tierras raras y fósforo— no se integraron a los cristales y comenzaron a concentrarse en el fundido remanente. Esta mezcla es conocida como KREEP, y es clave para identificar regiones donde ese océano de magma estuvo activo.
Estudios previos ya habían detectado presencia de torio —uno de los indicadores de KREEP— en el suelo de la cuenca SPA. No obstante, nunca se había observado un rastro claro de ese material en el norte del cráter, lo que apuntaba a una dispersión irregular.

SPA y PKT: dos regiones hermanas
Andrews-Hanna y su equipo observaron que la manta de eyección al suroeste de SPA tiene una concentración inusual de torio, más alta que en otras zonas vecinas. Esta evidencia sugiere que el impacto permitió que el magma cristalizante brotara a través de la corteza y quedara preservado.
Comparar ese material con el de otra región rica en KREEP —la Terrana Procellarum KREEP (PKT), ubicada en el lado visible de la Luna— podría revelar cómo evolucionó internamente el satélite.
Aunque antes se creía que el impacto de SPA había provocado la formación de PKT en el lado opuesto, los nuevos datos apuntan a que se formaron en momentos distintos.
“Juntas, SPA y la PKT pueden contarnos cómo fue la evolución final del océano de magma lunar”, sostuvo Andrews-Hanna.
Las muestras de magma que Artemisa puede traernos
Durante las misiones Apolo y más recientemente con Chang’e 5 y 6 de China, se trajeron rocas lunares del PKT y de la cuenca SPA. Sin embargo, las misiones Artemisa, que podrían alunizar en 2026, planean explorar nuevas zonas cercanas al polo sur.
Si logran recolectar muestras directamente del manto lunar, podrían compararse con las ya existentes y así construir una cronología precisa de la cristalización del océano de magma.
“El material de SPA está directamente ligado al nacimiento de la Tierra”, dijo Andrews-Hanna. Saber con exactitud cuándo cristalizó ese océano ayudaría a entender los primeros capítulos del Sistema Solar.
“Esperamos poder determinar una edad precisa de la cuenca una vez que tengamos muestras. Eso nos dará una fecha exacta para esta etapa tardía de cristalización capturada por el impacto”.
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