Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se transformó en un gigante industrial capaz de sostener el esfuerzo bélico aliado con una producción sin precedentes de armamento, vehículos y suministros. Esa hazaña, conocida como el Arsenal de la Democracia, demostró la capacidad del país para reinventarse frente a una amenaza global. Hoy, el escenario geopolítico exige una transformación igual de profunda, pero en un terreno completamente distinto: el software.

Un nuevo enfoque estratégico para Estados Unidos

El Departamento de Defensa (DOD) debe dejar de pensar al software como un simple accesorio de los sistemas militares y empezar a tratarlo como un elemento central de la capacidad operativa. Esto implica integrar soluciones digitales en todos los niveles, desde el análisis de inteligencia hasta la logística y la comunicación en el campo de batalla.

En este contexto, la Comisión sobre Guerra Definida por Software del Atlantic Council —integrada por expertos del gobierno, la industria y la academia— presentó una serie de recomendaciones concretas para acelerar esta transición.

Datos y software listo para usar

El primer paso para implementar una estrategia digital es construir un repositorio centralizado de datos que integre la información recolectada por todos los sistemas del DOD.

Esta “nube de defensa” permitiría procesar grandes volúmenes de datos en tiempo real y alimentaría herramientas de inteligencia artificial listas para operar, como modelos de aprendizaje automático y plataformas MLOps (machine learning operations). El objetivo es convertir datos dispersos en decisiones ágiles y precisas.

El segundo eje es abandonar la costumbre de desarrollar software desde cero y aprovechar soluciones comerciales ya probadas. Aunque la ley federal prioriza las adquisiciones comerciales, en la práctica el DOD suele optar por sistemas personalizados que son más caros, tardan más en completarse y se vuelven obsoletos más rápido.

El uso de herramientas del sector privado no solo permite incorporar innovaciones con mayor velocidad, sino que también facilita su actualización continua y su aplicación en múltiples escenarios. En lugar de reinventar la rueda, se trata de adaptar soluciones existentes y optimizarlas para el entorno militar.

Pero el cambio no será solo tecnológico: también se necesita una transformación profunda en las capacidades humanas. La defensa moderna requiere ingenieros de software, especialistas en datos y profesionales capacitados en herramientas digitales.

Para eso, el DOD debe ampliar sus programas de formación, asociarse con universidades y empresas tecnológicas, y atraer talento especializado al sector público.

El reloj avanza

El desafío es inmenso, pero también lo es la oportunidad. Seguir dependiendo de sistemas heredados y procesos obsoletos no es una opción viable. Redefinir el “Arsenal de la Democracia” para la era digital es una necesidad urgente, no una preferencia.

La Comisión propone una hoja de ruta basada en tres pilares: tecnología de vanguardia, procesos más ágiles y un capital humano preparado. El camino hacia una defensa flexible, interoperable y resiliente ya está trazado. Lo que falta es decisión política y acción inmediata.

Tal vez te interese: Ciberataques militares, el nuevo frente de guerra digital

Deja un comentario