Washington está advirtiendo a sus aliados sobre los riesgos de ciberseguridad y espionaje asociados a los servicios satelitales chinos. Según un memorando interno, las autoridades estadounidenses consideran que estas contrataciones podrían alimentar las capacidades militares de China y facilitar la recolección de información sensible de gobiernos extranjeros.

“Es clave impedir que proveedores no confiables, como los de origen chino, operen servicios satelitales en territorio nacional”, señala el documento dirigido a funcionarios estadounidenses.

El memorando también aborda los límites del control estadounidense sobre Starlink.

Riesgos ocultos en órbita baja

El informe advierte que permitir operaciones de empresas chinas en la órbita terrestre baja (LEO) habilita a Pekín a avanzar en sus objetivos estratégicos.

Según la legislación china, cualquier proveedor espacial local está obligado a colaborar con el gobierno central, lo cual abre la puerta a posibles fugas de datos sensibles.

Aunque no lo menciona explícitamente, el documento parece apuntar a compañías como China Satcom o Chang Guang Satellite Technology Co. Ltd. Esta última está vinculada a actividades militares y, según funcionarios estadounidenses, presuntamente involucrada en el suministro de inteligencia a grupos armados como los hutíes en el Mar Rojo.

Si bien el foco del memo es alertar sobre China, también dedica espacio a responder inquietudes sobre la red Starlink de SpaceX. Se aclara que, al tratarse de una empresa privada, tiene la potestad de restringir o suspender el servicio de comunicaciones según las regulaciones locales o su propia política interna.

Esta flexibilidad ya generó controversias en el pasado. En 2022, Elon Musk habría rechazado un pedido de Ucrania para extender el acceso a Starlink en zonas ocupadas por Rusia, impidiendo su uso en operaciones militares. El hecho puso en evidencia los riesgos de depender de actores privados en contextos de guerra.

“El sistema detecta si un usuario intenta contratar el servicio desde una zona no habilitada y bloquea automáticamente la orden”, precisa el memo.

Algunos exfuncionarios de defensa en EE. UU. consideran inadecuado que el Estado promocione indirectamente a SpaceX, dado el historial de Musk y su influencia política actual. Señalan que su cercanía con figuras del Partido Republicano, sus declaraciones ambiguas sobre Rusia y China, y sus vínculos comerciales con este último país, lo convierten en un actor poco confiable.

Aun así, coinciden en que evitar proveedores chinos es una decisión prudente. “Lo razonable es optar por servicios que no estén atados ni a Pekín ni a Moscú, ni sujetos a intereses personales”.

El espacio, nuevo frente de seguridad nacional

El memorando forma parte de una estrategia más amplia de Estados Unidos para mantener su influencia en el creciente mercado espacial, que se proyecta como un terreno clave para la innovación tecnológica, la ciberseguridad y el control militar.

La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) también se expresó en ese sentido. Su presidente, Brendan Carr, declaró recientemente que los países europeos que desconfían de Starlink podrían enfrentarse a mayores riesgos si eligen alternativas chinas.

“Es hora de elegir entre dos modelos: el de las democracias occidentales o el del control autoritario chino”, afirmó.

Washington no especificó a qué países apunta esta campaña diplomática, pero enfatizó la necesidad de construir redes de comunicaciones satelitales “seguras y confiables, en todas las órbitas”.

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