La reciente política de aranceles impulsada por Estados Unidos podría provocar un temblor en el ecosistema espacial global. Las medidas, dirigidas contra decenas de países, no solo elevan costos. También amenazan con alterar cadenas de suministro, frenar inversiones y reconfigurar asociaciones estratégicas que sostuvieron al sector espacial durante décadas.
Un mercado menos accesible… incluso para los socios
Con los aranceles en marcha, el mercado estadounidense, que es el más grande del mundo en términos espaciales, se vuelve menos atractivo para actores extranjeros.
Según Caleb Henry, director de investigación en Quilty Space, “ingresar desde el exterior al mercado de Estados Unidos será cada vez más difícil”.
Henry advierte que los costos de componentes clave como antenas o partes de satélites podrían aumentar, obligando a los fabricantes a buscar nuevos proveedores. “Los aranceles son una pérdida para todos”, sentencia.
Cadenas de suministro en jaque
El problema se agudiza por la alta interdependencia global del sector espacial. Por ejemplo, la Agencia de Desarrollo Espacial de EE.UU. utiliza antenas fabricadas en Canadá y enlaces ópticos provenientes de Alemania.
Una posible represalia comercial por parte de los países afectados —con contraaranceles incluidos— no solo encarecería estos insumos, sino que pondría en riesgo la fluidez de las cadenas de abastecimiento.
Las empresas más chicas podrían verse especialmente perjudicadas. A diferencia de los grandes conglomerados como SpaceX, Boeing o Airbus, que cuentan con poder de negociación y capacidad para absorber sobrecostos, las compañías emergentes tendrán menos margen para maniobrar.
Europa, entre el impacto económico y la búsqueda de autonomía
Desde Europa, el análisis va más allá del daño inmediato. Marco Aliberti, del Instituto Europeo de Política Espacial (ESPI), advierte que el efecto a mediano y largo plazo podría implicar un freno al crecimiento de la economía espacial global. El aumento de costos y la pérdida de previsibilidad afectan negativamente a los inversores privados, en un sector que ha demostrado ser un motor económico de alto impacto.
Solo en 2023, por ejemplo, la NASA generó US$ 76.000 millones para la economía de Estados Unidos, según datos oficiales. Un retroceso en el flujo de inversiones o en la cooperación internacional podría debilitar uno de los engranajes más dinámicos de la economía tecnológica global.
Además, empresas europeas con presencia en el mercado estadounidense, como Thales Alenia Space, podrían verse presionadas a trasladar operaciones a Estados Unidos para no perder acceso. Esto, a juicio de Aliberti, compromete la competitividad del ecosistema espacial europeo.
Rumbo a la autonomía estratégica
El escenario está acelerando un debate clave en Europa: la necesidad de desarrollar capacidades propias.
Hermann Ludwig Moeller, director de ESPI, sostiene que ya hay movimientos hacia una mayor inversión en tecnologías críticas, desde sistemas de lanzamiento hasta exploración espacial. También se analizan nuevas alianzas: Japón, Corea del Sur, India y los países del Golfo aparecen como posibles socios estratégicos.
Incluso se baraja un acercamiento mayor con China aunque, por ahora, una alianza estructural con el gigante asiático parece lejana.
De cualquier forma, la política comercial de Estados Unidos está funcionando como catalizador de transformaciones más profundas. Las tensiones geopolíticas, sumadas a la aplicación de aranceles, están redefiniendo el tablero espacial: nuevas reglas, nuevas alianzas, y un creciente impulso hacia la autosuficiencia tecnológica.
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