En un escenario global marcado por la importancia estratégica de la tecnología satelital, China cerró más de 20 acuerdos bilaterales en África. Mientras los Estados Unidos de Donald Trump recortan la ayuda para países en desarrollo, China gana aliados con inversiones en satélites e infraestructuras avanzadas.
A las afueras de El Cairo, se erige un laboratorio espacial de vanguardia anunciado como el primer centro africano para la producción de satélites nacionales. Sin embargo, al adentrarse en la planta, se vislumbra la realidad detrás de la etiqueta “hecho en África”. Equipos y componentes para satélites llegan en cajas desde Beijing, mientras científicos chinos dictan instrucciones a ingenieros egipcios. Esta escena se ve coronada por la bandera de China adornando una de las paredes.
El satélite ensamblado en esta instalación –aclamado como el primer satélite fabricado en territorio africano– fue, en realidad, construido en gran medida en China y lanzado desde un puerto espacial chino en diciembre de 2023.
Si bien Beijing hizo públicas numerosas donaciones a países africanos, se especula que, mediante estos acuerdos, China obtiene acceso a datos capturados por la tecnología instalada, además de establecer una presencia prolongada de personal chino en dichas instalaciones.

Transferencia tecnológica en Egipto y fortalecimiento de vínculos en todo África
En 2017, el Parlamento egipcio aprobó un proyecto para crear la primera agencia espacial del país, fundando los cimientos para la construcción de “Space City”.
Esta ciudad, a 30 km de El Cairo, dedicada a la investigación y desarrollo espacial, fue una propuesta del gobierno egipcio. Sin embargo, China desempeña un papel crucial en su desarrollo, proporcionado contribuciones financieras –que superan los US$ 140 millones– y apoyo técnico. Además, desde 2023, la potencia asiática también contribuye con la donación de tecnologías espaciales. Entre ellas, se destaca un nuevo centro de monitoreo equipado con dos de los telescopios más potentes del mundo.

El acercamiento entre Egipto y China se intensificó en los últimos años. El presidente El-Sisi firmó múltiples proyectos de infraestructura y energía en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta propuesta por Xi Jinping.
Y Egipto no es el único país africano interesado en estas alianzas. Según el Instituto de la Paz de Estados Unidos, Beijing mantiene 23 asociaciones bilaterales en el ámbito espacial en África. Estos convenios incluyen financiamiento para satélites y la construcción de estaciones terrestres de recolección de imágenes y datos.
Además, en 2024, Egipto, Sudáfrica y Senegal se comprometieron a colaborar en el desarrollo de una base lunar que compite con los planes espaciales norteamericanos.
En una reunión celebrada en Beijing en septiembre, Xi Jinping anunció que los satélites, junto con la exploración del espacio profundo, serían prioridades dentro de un paquete de US$ 50.000 millones en inversiones chinas en África en los próximos tres años.
China en África: Ganancias encubiertas y preocupaciones en Washington
Nicholas Eftimiades, exoficial de inteligencia de Estados Unidos y especialista en espionaje chino, afirmó que “China está democratizando el espacio para potenciar sus capacidades autoritarias”. Según Eftimiades, el equipamiento instalado en países en desarrollo contribuye a la formación de una “red global de vigilancia” que favorece los intereses de Beijing.
Mientras tanto, en Estados Unidos se percibe una tendencia contraria. Durante la administración de Donald Trump, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) fue uno de los primeros objetivos de recortes.
El Pentágono especula que los proyectos espaciales chinos en regiones en desarrollo representan riesgos para la seguridad, al permitir que Beijing acceda a datos sensibles y ejerza presión sobre gobiernos dependientes de su ecosistema de comunicaciones. Sin embargo, no existen pruebas de que la tecnología donada se haya utilizado con fines de inteligencia o militares.
Al respecto, Liu Pengyu, portavoz de la Embajada China en Washington, respondió que “Estados Unidos no está en posición de difamar a China”. Además, recordó el historial de espionaje del propio país norteamericano y calificándolo de “el estado de vigilancia más grande del mundo”.
En última instancia, la única certeza es que China consolida su influencia en África a través de acuerdos que los gobiernos locales perciben como útiles para fortalecer sus capacidades espaciales. Mientras tanto, Estados Unidos mantiene un involucramiento mucho más limitado y aparece sobre todo como una voz crítica que advierte sobre los riesgos de esa expansión china, pero ofrece pocas alternativas concretas para el desarrollo del ecosistema espacial africano.
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La expansión de China en África es complementaria a la que está realizando en América. Mucho cuidado.
Además de su influencia creciente en Nicaragua y Venezuela, no debemos olvidar que posee acuerdos e instalaciones de naturaleza especial con países como Argentina, con la presencia de una base de sistemas para el seguimiento de satélites, y acuerdos con múltiples objetivos con Brasil, los dos países más importantes económicamente y en tamaño, influencia o situación estratégica; además de las numerosas gestiones con todos los países de la región, algo que le favorece aún más tras la firma del Acuerdo UE-MERCOSUR.